Los requerimientos de los promotores, una pareja joven, eran muy claros: disponer de una distribución funcional adaptada a sus necesidades a partir de un programa mínimo de vivienda.
A través de la disposición del área higiénica y la cocina se organizan dos zonas diferenciadas: estar-comedor (zona de día), ligada al porche de entrada y dormitorio-vestidor (zona de noche).
Hacia el exterior el resultado es un volumen blanco, horizontal y limpio, características intrínsecas de la arquitectura tradicional ibicenca. En el interior, la simplicidad de los materiales contrasta con el techo a base de bovedilla catalana.
Privado
2019
Diseño, Residencial